مراكش‎‎ – Marrakech

Marrakech, Marruecos

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“ En Marruecos, me di cuenta que la gama de colores que uso es la de zelliges,  zouacs,  djellabas  y caftans. La osadía que se ve en mi trabajo desde entonces, la debo a este país, a sus enérgicas armonías, a sus audaces combinaciones, al fervor de su creatividad. Esta cultura se hizo mía, pero no me conformé con solo absorberla; la tomé, la transformé y la adapté “,

Yves Saint Laurent

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Un largo viaje desde Casablanca en una fría mañana de febrero, entre montañas de color ocre y multitudes de niños que nos saludaban en cada parada, me llevó a la “ciudad roja”.

El viaje desde la estación de trenes hasta la plaza Jemaa el-Fna me introdujo rápidamente en la atmósfera de Marrakech. Numerosas personas con banderas se alineaban en los bordes del camino , esperando la llegada del Rey de Marruecos ,  tambien de visita a la “ ciudad roja “ ese mismo día. Al llegar a la Medina, el paso por los corredores en busca del hotel Riad Itrane confirmó, si quedaba alguna duda, que estaba, de hecho , en el oasis de exotismo e inspiración que es Marrakech. En el hotel, Monsieur Phillippe me recibió como a un misterioso viajero que llegaba de una tierra lejana y  fui seducido  por la belleza y la magia del Riad asi como  por la amabilidad de los anfitriones franceses. 

Llegó luego el primer paseo con la cámara y el “ coup de foudre “ fue instantáneo. Mis sentidos fueron invadidos por el color de las paredes y de las estrechas calles adoquinadas. Fui hipnotizado por el ritmo vertiginoso, los perfumes exóticos y el rumor de los zocos. En los laberínticos túneles de la Medina, la vida es tan agitada como en la de de una metrópolis moderna , detenida sin embargo en el tiempo y  aislada del resto del mundo por el vasto y silencioso desierto que la rodea y la protege.

Los transeúntes con misteriosos rostros velados y los carros tirados por mulas hacen pensar que has retrocedido en el tiempo y te invitan a seguirlos en el viaje hasta que de repente un motociclista pasa volando como un remolino por el pequeño callejón y te trae nuevamente al presente.

Podría pasar toda mi vida deambulando por los sinuosos corredores de Marrakech, guiado únicamente por mis instintos. Existe allí una inspiración sin fin para cualquier artista.

Caminé en la plaza Jemaa el-Fna, siguiendo los pasos y sintiendo la voz de Paul Bowles, y en el Jardín Majorelle me detuve e hice una reverencia ante la monumental presencia de Yves Saint Laurent y Jacques Majorelle. La silueta de la mezquita de Koutoubia en el atardecer del desierto quedó grabada para siempre en mi memoria.

La luminosa belleza  de Marrakech , su arquitectura ecléctica pero armoniosa, su audacia, su refinamiento y sofisticación, su sensualidad, su misterio – todo ello ha dejado una huella indeleble en mi espíritu  y sin duda ha moldeado la visión estética con la que me expreso.

Milano, Marzo 2018 © Pablo Munini 

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“Cuando la lluvia cesó después de una semana entera, finalmente descubrimos esa famosa luz que no se puede ver en ningún otro lugar. El sol marroquí explora cada recoveco y esquina. Los pájaros cantaban y la montaña del Atlas, cubierta de nieve, converitiría en mas calido y   más grande nuestro horizonte “.

Pierre Bergé

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